domingo, 7 de noviembre de 2010

Al Titanic lo hundió un error humano

Casi un siglo después de que el Titanic se hundiese en las gélidas aguas del Atlántico para siempre, llevándose con él la vida de 1517 personas, sabemos por fin por qué naufragó “El insumergible”.


  La escritora Louise Patten, nieta de Charles Lightoller, quien fuera segundo capitán al mando del transatlántico y uno de los supervivientes del siniestro, ha desvelado en su última novela Good as Gold la verdad sobre el suceso. Su familia lo ha mantenido en secreto durante estos noventa y ocho años por temor a arruinar la reputación de Lightoller, hasta entonces elevado a la categoría de héroe por su papel en la Segunda Guerra Mundial.

  La revelación contradice todas las teorías sostenidas hasta el momento. No sabemos cómo le habrá sentado a James Cameron ni a los fervientes admiradores de la oscarizada película, saber que el Titanic no naufragó por advertir el iceberg demasiado tarde ni por ir a más velocidad de la debida, sino por un error de comunicación.


  Era la época de transición de la navegación a vela a la navegación a vapor, y la mayoría de los marineros estaban acostumbrados a dar órdenes según el antiguo sistema, en el que había que girar el timón en la dirección opuesta a la que se quería girar. En el nuevo sistema, por el contrario, se gira en la misma dirección en la que se quiere dirigir el barco, como en la conducción de un coche. Así, la orden de girar a babor significaba, pues, que había que girar la rueda a la derecha bajo el viejo sistema y a la izquierda, según el nuevo. Y fue aquí donde se originó el caos. Cuando el primer oficial, William Murdoch, avistó el iceberg a dos millas de distancia, dio la orden de «fuerte a estribor», que fue malinterpretado por su subordinado Robert Hitchins, quien giró el buque a la derecha en lugar de a la izquierda, llevándolo a chocar de lleno contra el iceberg. Así de simple y así de terrible.

  Cuando advirtieron tal error de timonel quisieron corregirlo pero ya era demasiado tarde. Para colmo de males, el presidente de la compañía propietaria del buque se dirigió al puesto de mando y persuadió al capitán del barco de que no frenara y siguiese navegando, convencido hasta el último momento de que el Titanic era insumergible. Por esta razón el agua entró por el casco con mucha más presión, provocando que el barco se hundiera a más velocidad de lo que lo hubiera hecho en cualesquiera otras circunstancias; en sólo dos horas y cuarenta minutos el Titanic yacía en las profundidades del Atlántico a 600 millas de la isla de Terranova.


  Lightoller mantuvo en secreto toda esta información durante las numerosas investigaciones que se llevaron a cabo, por miedo a que la naviera cayera en bancarrota si se conocía la verdad. Como si las trágicas consecuencias no hubiesen sido suficientes para ello. Pero con el tiempo todo acaba saliendo a la luz y hoy, a punto de cumplirse la centuria de la catástrofe, sabemos que el peor desastre marítimo de todos los tiempos pudo evitarse fácilmente.

2 comentarios:

  1. Vaya con el Titanic. Si Leonardo Di Caprio se hubiera enterado de que la culpa fue del timonel...

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  2. La culpa fue del cha-cha-cha

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